UN GRITO AHOGADO 1.2


Había mucho calor y los latidos de su corazón eran acelerados, poco a poco sentía como una mano se iba metiendo entre sus piernas, y el recorrido que los dedos de aquel hombre  estaban haciendo cerca de su pequeño calzón. De pronto sintió como sus piernas se abrían al mismo tiempo que sentía muy cerca de ella una respiración entre cortada. No sabía qué hacer, no podía moverse, su cabeza estaba en blanco, ni siquiera podía respirar.

Mientras aquel violador, introducía sus dedos en la parte más íntima de Amanda, parecía que el tiempo se había detenido, de pronto quería moverse pero sus piernas no le respondían, sus manos se habían quedado sin fuerzas y su boca solo se entreabría para soltar pequeños quejidos por el dolor que le estaba causando Arturo.

De pronto se escucharon golpes en la puerta de madera, justo la misma puerta en que Amanda había escogido para esconderse detrás de ella, los golpes en aquella madera vieja y endurecida eran tan fuertes como los que Amanda empezaba a sentir en su acelerado corazón.
Sin decir una sola palabra y, con un ligero movimiento Arturo puso la mano izquierda en la boca de Amanda, no quería ser descubierto, sus ojos estaban desorbitados, tenían un brillo escalofriante y una sonrisa  retorcida que Amanda jamás podría olvidar.

Habían pasado unos minutos, quizá unos segundos, pero para Amanda parecía que habían sido días enteros, en ese momento, Arturo se acercó al oído de aquella niña a la cual en esos instantes, como cualquier burdo ladrón le había arrebatado la candidez e inocencia. Como balde de agua fría cayo la voz chillante y estrepitosa de Arturo, el cual susurro: “Vete, no digas nada, conmigo el juego aún no ha terminado”

Amanda abrió la puerta y sintió como el sol deslumbraba,su entorno, parecía que todo era blanco ante  sus ojos y sin decir nada, corrió tan fuerte como su ímpetu y dolor le permitían,  no quiso mirar hacia atrás,  tan solo quería refugiarse en un lugar seguro y fresco.

Tras llegar a su casa, Amanda entro a su habitación, tiro la puerta tan fuerte que resonó en el ventanal que vestía su cuarto y sin decir más, se puso a llorar.

No hay comentarios: